En las últimas décadas, los avances en biomedicina han permitido una comprensión más profunda del papel central que juegan las mitocondrias en la salud humana.
Estos orgánulos, conocidos como las “centrales energéticas” de la célula, participan en procesos vitales como la producción de ATP, la regulación del metabolismo, el control de la muerte programa y la respuesta al estrés oxidativo.
La disfunción mitocondrial ha sido implicada en una amplia gama de enfermedades crónicas y degenerativas, incluyendo trastornos neurológicos, cardiovasculares, metabólicos y diversos tipos de cáncer.
Frente a este panorama, ha emergido una disciplina innovadora: la medicina mitocondrial, centrada en el diagnóstico, prevención y tratamiento de enfermedades relacionadas con el mal funcionamiento de las mitocondrias.
Sin embargo, intervenir directamente sobre estos orgánulos presenta retos significativos debido a su localización intracelular y a la complejidad de sus membranas.
Aquí es donde entra en juego la nanomedicina, ofreciendo herramientas poderosas para superar estas barreras y abrir nuevas posibilidades terapéuticas.

¿Qué es la medicina mitocondrial?
La medicina mitocondrial busca restablecer o mejorar la función mitocondrial mediante diversas estrategias: desde suplementos nutricionales que favorecen la bioenergética celular, hasta terapias moleculares y genéticas más avanzadas.
El objetivo es intervenir a nivel de las causas profundas del deterioro mitocondrial, en lugar de limitarse a tratar síntomas periféricos de las enfermedades.
En muchos casos, los tratamientos convencionales no logran llegar al interior de las células, y mucho menos a las mitocondrias.
Esto limita su eficacia y puede generar efectos secundarios no deseados; de ahí que la medicina mitocondrial requiera sistemas de liberación altamente específicos, capaces de superar las barreras biológicas y actuar de forma dirigida.
